viernes, 1 de mayo de 2015

LA CULTURA Y LOS DEBERES ESCOLARES

En días anteriores fui a ver una película muy recomendada, Timbuktu, esta hace parte de un género de cine menos comercial que el habitual en nuestras carteleras, sin escenas de acción o sexo, sin efectos especiales que hagan sentir al espectador una realidad aumentada. Esta película narra la vida en una ciudad muy antigua del África occidental, en la República de Malí, que tiene mucha historia y una gran cultura. Esta película no narra nada fantástico, es la vida real que nos acerca a las costumbres y a las culturas que no conocemos, porque no estamos expuestos a ella, esto porque los medios occidentales americanos y europeos la menosprecian por ser bárbara y lo peor, la consideran poco comercial. Además no sigue una clara narrativa de inicio, nudo y desenlace que puede desconcertar a ciertos espectadores poco acostumbrados a películas que no siguen este esquema.

Algo llamó poderosamente mi atención y fue la presencia en el teatro de grupo de adolescentes cuyas edades supongo fluctuaban entre los 15 y 16 años, estos llegaron con el habitual barullo de su edad, pero poco común a la entrada de películas como la estaban proyectando. Hicieron ruido, hablaron fuerte y rieron en momentos de la película que eran inoportunos. La pregunta generalizada era: ¿qué hacía ese grupo allí? Era un grupo más dispuesto a ver Rápido y Furioso que Timbuktu.

La respuesta llegó cuando salieron del teatro, aunque algunos de sus compañeros se habían adelantado (esto era una pista), y es que al parecer del colegio donde asisten, les pusieron como tarea escolar ver la película y supongo que deben entregar una reseña o un ensayo sobre ella.

Surgió la pregunta ¿es necesario imponer actividades culturales como un deber escolar? o tal vez ¿no sería mejor crear un ambiente en que el estudiante se entusiasme por estas actividades y no sea necesario imponerlo?

Como mucho en la vida la respuesta es recurrir a un punto medio, la imposición excesiva de material cultural, artístico o científico puede generar el desprecio que produce la obligación y que impedirá la apreciación completa de algo que puede cambiar una mente joven para descubrir poco a poco vocaciones y habilidades provechosas para ellos. Pero dejar al gusto del niño, adolescente o al adulto estudiante el material a discutir y esperar a que el entusiasmo aparezca de la nada, sin requerir al menos un empujón, sería ingenuo.

Muchos de los descubrimientos que hicimos en la escuela y que más han cambiado mi vida han venido de materias y actividades que no eran muy populares entre la generalidad de estudiantes. Esto es exponer así sea de manera obligatoria a contenidos culturales que de otra manera no la hubiese visto. Así que apoyemos al profesor que por una vez hizo que sus estudiantes fueran a cine a ver una película a la que probablemente nunca le hubieran pagado una boleta, pero los expuso a una cultura distinta y modo de vida que de otra manera nunca conocerían.

JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01