martes, 26 de enero de 2016

¿Quién carajos dirige a Colombia?

Ante las noticias que todos los días salen en periódicos, radio, televisión y medios digitales no puedo más que preocuparme por el rumbo que tiene nuestra sociedad colombiana. Es cada vez más frecuente que se sepan noticias sobre nuestros dirigentes más importantes en las que están envueltos en delitos o cosas sórdidas que escandalizan cada vez más a los medios y a la sociedad, esto mientras no aparezca otro escándalo que desplace de las primeras planas al anterior y así sucesivamente.

En la última semana se han sabido de casos que tocan particularmente a cargos que se encargan de la población más vulnerable de la sociedad, empecemos por la directora del Instituto de Bienestar Familiar que denuncia a un periodista y le pide a Twitter que cierre la cuenta, de este porque le exige públicamente una respuesta sobre los contratos de alimentación que como la mayoría de los de este país están amañados para asignarlos a contratistas incapaces y avaros que matan de hambre a niños de escasos recursos. Esta funcionaria más preocupada por su buen nombre que por solucionar este problema de nutrición a la infancia, decide que es más importante callar a un periodista que confrontar y exigir mejores medidas de alimentación a los niños.

El otro caso que nos afecta es el del Defensor del Pueblo que está siendo cuestionado gravemente por acoso laboral y sexual a varios empleados de esta dependencia, esto obviamente debe ser probado ante las instancias judiciales las cuales determinarán bajo una investigación cuáles son los verdaderos alcances de este desagradable episodio. Lo que es insostenible es que la persona designada para defender los derechos humanos de los colombianos esté involucrado en casos donde el maltrato y el acoso estén bajo investigación. Es inadmisible que una persona con este tipo de cuestionamientos persista en su cargo haciéndole daño a una institución y perdiendo toda credibilidad.

Estos casos por no mencionar al director de la policía, el presidente de la Corte Constitucional, el ex ministro Arias, congresistas, jueces y miembros de la rama ejecutiva que hacen avergonzar a cualquier país serio y aun así no tengan las soluciones dignas para evitar hacerle más daño a la ya desprestigiada imagen de las instituciones del Estado.

La pregunta es: ¿quién dirige a Colombia? ¿cómo personas que tienen bajas calidades morales terminan en cargos que exigen probidad y decencia? La elección de funcionarios que tienen en sus manos el destino de este país son nombrados de acuerdo a las conveniencias políticas y económicas de los nominadores de estos cargos, pagan favores y ponen a personas de confianza para entregar contratos o favorecer decisiones que les convienen a políticos y empresarios por encima del bien general.

No hay confianza, a la gente le da miedo confrontar porque el Estado y sus instituciones no están de su lado, saben que si denuncian hay más riesgo de perder que de ganar, saben que las instituciones defienden al poderoso que puso en el cargo al que debe velar por sus derechos. No hay Estado si el pueblo no cree en él, por eso es que es común que en Colombia se tomen la justicia por sus propias manos, porque ni la policía, ni el ejército, ni la justicia, ni los órganos legislativos ni el poder ejecutivo cuida al ciudadano.

Porque Colombia no es un país de revoluciones como en otros vecinos de América Latina, además porque al primer conato de marcha son aplastados bajo el remoquete de guerrilleros, comunistas y tira piedras, por el ESMAD. Pero mi triste conclusión es que en Colombia no hay Estado y este es el país de defiéndase como pueda, porque sino le va peor.

Esperemos que la situación mejore, pero es un vano optimismo y que en algún momento este país no se vuelva inviable.

JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01

martes, 19 de enero de 2016

La imposibilidad de la paz de Colombia

Es generalizado que en Colombia hablemos mucho de la paz, ya que los períodos de esta han sido muy escasos y en nuestra nación este es uno de los principales anhelos. Es frecuente que se imagine que si hubiera paz en Colombia se le imagine como un paraíso bíblico donde el león paciera junto al cordero y manaría leche y miel.

La gente cae en el error de creer que la paz es la ausencia de conflicto armado o sea que no haya guerrilla o paramilitares; esto es lo que nos venden los políticos ahora que hay unos diálogos de paz en curso con la guerrilla, es lo que nos vendieron en el anterior gobierno con la fallida reinserción de los paramilitares a la vida política que al final degeneró en las bandas criminales conocidas con el acrónimo de bacrim

Resulta que el conflicto armado es la manifestación extrema del odio, donde hay unos bandos con intereses completamente distintos que han decidido que para imponerlos se requiere de matar, robar, secuestrar, engañar o torturar a quien se ponga en su camino. Pero este conflicto armado no deja de ser un síntoma mas que la causa de la guerra que vive Colombia.

El verdadero origen de esta ausencia crónica de paz es más por el odio, egoísmo y falta de consideración por los demás, evidente en la mayoría de interacciones sociales que hay en este sufrido país. Hay una manifestación que me sorprende cada vez más y son los foros de comentarios de artículos de los periódicos locales que más leo como El Espectador, El Tiempo o El Colombiano, por no decir de las redes sociales. En los comentarios ante cualquier tema sea político, social, deportivo o de farándula es evidente la carga de odio y agresividad presente en nuestra vida cotidiana. La gran mayoría son insultos, ofensas y amenazas por doquier, al columnista, a los demás comentaristas, al diario, al gobierno, a la oposición, al equipo contrario, al actor, etc.

Estos comentarios son la muestra de la violencia permanente de nuestra sociedad que carece de los mínimos básicos de comprensión, raciocinio, empatía y educación hacia los demás. No hay un debate con argumentos o ideas, además de la evidente carencia de las habilidades para redacción ni un conocimiento de ortografía. Estas personas que hacen estos comentarios me las imagino absolutamente despiadadas, violentas e intolerantes y así es imposible lograr la paz.

Es evidente que la paz no se alcanzará nunca si este país continua alimentándose de odio ante cada comentario o evento. La agresividad permanente visible en los comentarios, en el tránsito y en las relaciones sociales hacen que aumente la violencia y a cada acto violento sea mínimo le respondan con otro mayor hasta volverse un conflicto del tamaño que vive Colombia.

Tengo la esperanza de que Colombia algún día logre la ausencia de un conflicto armado, pero no basado en el triunfo de un bando sino de que la agresividad y el odio que hay en las personas se cambie por tolerancia y razón.

Por:
JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01