Ante las noticias que todos los días salen en periódicos, radio, televisión y medios digitales no puedo más que preocuparme por el rumbo que tiene nuestra sociedad colombiana. Es cada vez más frecuente que se sepan noticias sobre nuestros dirigentes más importantes en las que están envueltos en delitos o cosas sórdidas que escandalizan cada vez más a los medios y a la sociedad, esto mientras no aparezca otro escándalo que desplace de las primeras planas al anterior y así sucesivamente.
En la última semana se han sabido de casos que tocan particularmente a cargos que se encargan de la población más vulnerable de la sociedad, empecemos por la directora del Instituto de Bienestar Familiar que denuncia a un periodista y le pide a Twitter que cierre la cuenta, de este porque le exige públicamente una respuesta sobre los contratos de alimentación que como la mayoría de los de este país están amañados para asignarlos a contratistas incapaces y avaros que matan de hambre a niños de escasos recursos. Esta funcionaria más preocupada por su buen nombre que por solucionar este problema de nutrición a la infancia, decide que es más importante callar a un periodista que confrontar y exigir mejores medidas de alimentación a los niños.
El otro caso que nos afecta es el del Defensor del Pueblo que está siendo cuestionado gravemente por acoso laboral y sexual a varios empleados de esta dependencia, esto obviamente debe ser probado ante las instancias judiciales las cuales determinarán bajo una investigación cuáles son los verdaderos alcances de este desagradable episodio. Lo que es insostenible es que la persona designada para defender los derechos humanos de los colombianos esté involucrado en casos donde el maltrato y el acoso estén bajo investigación. Es inadmisible que una persona con este tipo de cuestionamientos persista en su cargo haciéndole daño a una institución y perdiendo toda credibilidad.
Estos casos por no mencionar al director de la policía, el presidente de la Corte Constitucional, el ex ministro Arias, congresistas, jueces y miembros de la rama ejecutiva que hacen avergonzar a cualquier país serio y aun así no tengan las soluciones dignas para evitar hacerle más daño a la ya desprestigiada imagen de las instituciones del Estado.
La pregunta es: ¿quién dirige a Colombia? ¿cómo personas que tienen bajas calidades morales terminan en cargos que exigen probidad y decencia? La elección de funcionarios que tienen en sus manos el destino de este país son nombrados de acuerdo a las conveniencias políticas y económicas de los nominadores de estos cargos, pagan favores y ponen a personas de confianza para entregar contratos o favorecer decisiones que les convienen a políticos y empresarios por encima del bien general.
No hay confianza, a la gente le da miedo confrontar porque el Estado y sus instituciones no están de su lado, saben que si denuncian hay más riesgo de perder que de ganar, saben que las instituciones defienden al poderoso que puso en el cargo al que debe velar por sus derechos. No hay Estado si el pueblo no cree en él, por eso es que es común que en Colombia se tomen la justicia por sus propias manos, porque ni la policía, ni el ejército, ni la justicia, ni los órganos legislativos ni el poder ejecutivo cuida al ciudadano.
Porque Colombia no es un país de revoluciones como en otros vecinos de América Latina, además porque al primer conato de marcha son aplastados bajo el remoquete de guerrilleros, comunistas y tira piedras, por el ESMAD. Pero mi triste conclusión es que en Colombia no hay Estado y este es el país de defiéndase como pueda, porque sino le va peor.
Esperemos que la situación mejore, pero es un vano optimismo y que en algún momento este país no se vuelva inviable.
JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01
Estos casos por no mencionar al director de la policía, el presidente de la Corte Constitucional, el ex ministro Arias, congresistas, jueces y miembros de la rama ejecutiva que hacen avergonzar a cualquier país serio y aun así no tengan las soluciones dignas para evitar hacerle más daño a la ya desprestigiada imagen de las instituciones del Estado.
La pregunta es: ¿quién dirige a Colombia? ¿cómo personas que tienen bajas calidades morales terminan en cargos que exigen probidad y decencia? La elección de funcionarios que tienen en sus manos el destino de este país son nombrados de acuerdo a las conveniencias políticas y económicas de los nominadores de estos cargos, pagan favores y ponen a personas de confianza para entregar contratos o favorecer decisiones que les convienen a políticos y empresarios por encima del bien general.
No hay confianza, a la gente le da miedo confrontar porque el Estado y sus instituciones no están de su lado, saben que si denuncian hay más riesgo de perder que de ganar, saben que las instituciones defienden al poderoso que puso en el cargo al que debe velar por sus derechos. No hay Estado si el pueblo no cree en él, por eso es que es común que en Colombia se tomen la justicia por sus propias manos, porque ni la policía, ni el ejército, ni la justicia, ni los órganos legislativos ni el poder ejecutivo cuida al ciudadano.
Porque Colombia no es un país de revoluciones como en otros vecinos de América Latina, además porque al primer conato de marcha son aplastados bajo el remoquete de guerrilleros, comunistas y tira piedras, por el ESMAD. Pero mi triste conclusión es que en Colombia no hay Estado y este es el país de defiéndase como pueda, porque sino le va peor.
Esperemos que la situación mejore, pero es un vano optimismo y que en algún momento este país no se vuelva inviable.
JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01