viernes, 13 de octubre de 2023

El Eclipse

Aún somos mágicos, todavía nos asombramos con la naturaleza y seguimos siendo esos hombres de las sábanas africanas, de las cuevas europeas y de las montañas y selvas del Nuevo Mundo que se maravillan con los astros.

Los eclipses son coincidencias esperables en las órbitas de los cuerpos celestes de nuestro sistema solar. Desde hace milenios la humanidad es capaz de predecirlos con precisión, impresionante para quienes somos legos en el tema. Ya sabemos con años de anticipación cuándo y dónde se podrán observar.

Estos primates con conciencia y con capacidad de percibir el paso del tiempo que habitamos la Tierra cuando vemos fenómenos naturales tenemos esa necesidad de explicarlos. Los eclipses son esporádicos y que pueden entenderse como muy anormales, porque por un lapso corto, nos quita algo que tenemos por seguro, el sol.

¿Qué se habrán imaginado los primeros humanos que experimentaron los eclipses de sol? De un momento a otro notó que el que para muchas de las primeras culturas era su principal deidad era oscurecido por la luna, el otro gran astro de nuestro cielo.

Pudieron pensar ¿será el fin del mundo? ¿será el fin de lo que conocemos y damos por sentado? Ver a los animales asumir comportamientos nocturnos en el momento incorrecto del día ¿sería extrañeza o miedo? La extrañeza es posible que llevara a la curiosidad y el miedo al comportamiento místico.  Dos caminos diferentes para explicar las cosas.

Creo que los eclipses debieron ser uno de los principales impulsores de la búsqueda de explicaciones, las científicas y las míticas. El curioso vio que los eclipses se debían al movimiento de los cuerpos en la bóveda celeste, estableció patrones, midió trayectorias y tiempos dando nacimiento a la astronomía. Las explicaciones místicas, les dieron poder y personalidad a los cuerpos celestes. Observaron que tenían influjo sobre como crecen las plantas, como se dan las mareas y como nos movemos en el mundo. Consideraron que eran entes poderosos, que gobernaban nuestras vidas y nuestros destinos.

El sol y la luna son objetos fuera de nuestro alcance, por lo tanto, superiores, unos dioses que había que adorar y pedirles favores, creando religiones con deidades como Ra en los egipcios, Hiperión y sus carros en los griegos o Inti en la cultura incaica. Al ver el eclipse, veían a su dios derrotado y oscurecido por otro, así fuera parcialmente.

Ahora en nuestro tiempo, en el que la información está disponible el teléfono móvil, computador o los que somos de la vieja escuela en libros de la biblioteca, en los que podemos encontrar explicación clara de que no hay nada anormal en los eclipses, sigue siendo frecuentes ver personas que le ven atributos mágicos a estos.

Son vistos como heraldos de desgracias o como momentos que requieren de rituales místicos, espirituales o mágicos para aprovechar las “energías” que traen usando velas, colores, números o con baños a ciertas horas y con ciertas sustancias.

Me asombro y trato de ser neutral frente a estas actividades, aunque confieso me cuesta mucho esfuerzo comprender estas conductas. Me permito citar a Carl Sagan con la siguiente frase: “Vivimos en una sociedad dependiente de la ciencia y la tecnología, en la que casi nadie sabe de ciencia o tecnología”.

Debe ser un llamado a replantear como seguimos viendo a la naturaleza y puede que mucha gente diga que estos no hacen daño, pero yo creo que sí, porque las personas que siguen viendo con magia y mística fenómenos naturales, seguirán creyendo cosas sin fundamentos, serán fácilmente engañadas y causando retrasos e inconvenientes al progreso de la humanidad.

 

JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA

@juangonzalo01

 

lunes, 10 de abril de 2023

LA FELICIDAD NO ES LO QUE NOS VENDEN


La sociedad consumista actual le da una excesiva importancia a las posesiones materiales como el dinero, objetos de lujo, el disfrute hedónico y el reconocimiento social por cualquier clase de mérito sea académico, social, científico, estético y cognitivo como los medios para alcanzar la felicidad. Aun así, muchas personas que logran estos objetivos trazados por los estándares sociales y la publicidad no logran ser felices.

En busca de un beneficio mayor posponemos la felicidad presente ¿y si al final este sacrificio no vale la pena? Si para llegar al cargo directivo que te dará un buen sueldo y un prestigio profesional tuviste un exceso de preocupaciones que te lleve a estar ansioso y a descuidar tu salud produciendo un infarto o si ese tiempo extra que gastaste en el trabajo haga que tu familia te considere casi un extraño.

Si las personas tienen todos los objetos y logros que la publicidad promete dan la felicidad, pueden continuar estando insatisfechas e incluso tristes ¿cuál es el error? ¿Por qué alguien que tiene todos los lujos y los reconocimientos puede ser profundamente infeliz?

Cuando afrontamos las formas de conseguir estos medios que auguran felicidad, hacemos ciertas transacciones, sacrificamos tiempo, dinero, relaciones e incluso la salud si esto da una perspectiva de un futuro feliz.

¿Será que el error está en poner nuestra felicidad en cosas materiales o el reconocimiento? Es el deseo y el apego a lo externo la causa del sufrimiento, porque nunca es suficiente lo que se tiene.

Muchos filósofos, científicos y otros posibles expertos han tratado de saber que es la felicidad y cómo alcanzarla. Esto ha hecho que haya múltiples tratados, métodos, guías o cursos para alcanzar la felicidad con resultados variables. A veces de forma consciente y planeada buscamos las maneras de alcanzar la felicidad y en otras, la mayoría, actuamos siguiendo un impulso conductual involuntario para llegar a un placer que nos proveerá de felicidad o al menos eso creemos y a eso aspiramos.

El placer, esa sensación de alegría y bienestar, de gusto inmediato que se logra cuando se satisface una necesidad o cuando se obtiene la recompensa de algo, es un mecanismo fisiológico para impulsar conductas que lleven a un beneficio como satisfacer el hambre, saciar la sed o conductas reproductivas, también se presenta en conductas más avanzadas como el goce intelectual o estético. Otros ejemplos de placer pueden verse cuando se logra el reconocimiento por los demás y en tener lo que estamos deseando como mercancías que se puede asemejar a la satisfacción de una necesidad fisiológica como el hambre.

El placer es un mecanismo fisiológico y homeostático, que ayuda a regularlas necesidades corporales y cuando hay la percepción de una carencia corporal se activan las sensaciones de malestar y disgusto que solo pueden ser eliminados satisfaciendo la necesidad biológica.

Este mecanismo biológico puede volverse patológico como en las adicciones o conductas de aversión por ejemplo en los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nervosa o la bulimia. En las adicciones, el placer solo puede ser alcanzado al satisfacer el estímulo adictivo como en el caso del tabaquismo o la drogadicción y ningún otro estímulo es suficiente para alcanzar el placer. Las conductas aversivas en las que incluso una necesidad como comer produce más disgusto que placer llevando a consecuencias de desnutrición por una percepción errónea de estar pasado de peso.  

Otra forma de placer patológico es que convertimos en necesidades esos apegos a los objetos, que se nos vuelven como el alimento y cuando no los tenemos, esa sensación de ausencia y de malestar, se nos parece al hambre y así se asemeja en nuestro cerebro y en los centros de recompensa. Estamos cambiando nuestro cerebro para que nuestras posesiones y el reconocimiento sean como una especie de necesidad y lo pongamos por delante de muchas necesidades básicas, lo que explica el porqué de muchas personas sacrifican su alimentación para poner las fotos en las redes sociales luciendo cuerpos de portada de revista de modas, o se someten a deudas impagables por tener un guardarropa a la moda y pierden amistades o sus relaciones familiares por trabajar excesivamente para lograr un reconocimiento público.

Otro tipo de patología es la constante búsqueda de gratificación inmediata y la intolerancia ante la mínima molestia. La oferta de múltiples alternativas de placer inmediato dadas por los medios de producción, vendiendo imágenes de éxito y felicidad a través de modelos con cuerpos ideales o retocados por computador, indicando que la persona exitosa que la que tiene un teléfono de moda, una ropa de diseñador o la que viaja cada año a Dubái hace que las personas se sientan permanentemente comparadas con estos ejemplos que son inalcanzables, pero hace que las personas se presionen a sí mismas para alcanzarlos y se culpen a ellos mismos por no lograrlos. Esto origina depresión, ansiedad y conductas nocivas como trabajar en exceso llevando al estado conocido como quemado o burn out.

La felicidad no es lo que nos venden, esto es solo un simple generador de placer efímero, ya que una vez satisfacemos esa necesidad creada por la publicidad y la sociedad de consumo que explota el placer generado al sentirnos reconocidos, importantes y poderosos al tener cosas o hacer cosas que nos hacen sentir esa importancia, para que compremos mercancías superfluas e innecesarias que luego serán desplazadas por obsoletas o porque son pasadas de moda generando otra necesidad creada, con otro producto diseñado para generar la misma necesidad. Es un ciclo interminable de insatisfacción consumista que vacía nuestros bolsillos y llena los de los comerciantes.

Existe un estudio realizado en la universidad de Harvard el cual se evalúa a largo plazo a un grupo de hombre adultos para determinar cuál podrían ser las variables que determina mejor la salud, el bienestar y la felicidad, y la conclusión podría resumirse en tener buenas relaciones interpersonales y que estas relaciones sean estrechas. Como humanos la felicidad está en los demás, en tener lazos estrechos con los otros seres humanos y quien no lo logra carecerá del bienestar y la felicidad. https://www.ted.com/talks/robert_waldinger_what_makes_a_good_life_lessons_from_the_longest_study_on_happiness?utm_source=tedcomshare&utm_medium=referral&utm_campaign=tedspread.

Buscamos la felicidad en los lugares y las cosas equivocadas, en vez de perseguir lo verdaderamente valioso, hemos preferido caer en la recompensa visceral de las felicidades transitorias y satisfacción inmediata. Nos dejamos vender modelos de felicidad de parte de las empresas, de los gobiernos o de las ideologías. 

Debemos propender por lograr una relación verdadera con alguien, no importa y no es indispensable que involucre amor romántico, puede ser un gran amigo o una relación entre nuestros familiares, lo importante es que logre que le importes a alguien y ese alguien te importe mucho. Tampoco es necesario exponer ante la sociedad cada una de nuestras experiencias, logros u objetos materiales para que estos nos sean valiosos. Ser más introspectivos y dejar que el disfrute de la experiencia sea la meta final.

 Juan Gonzalo Gómez Lopera

@juangonzalo01