Uno de los
mayores misterios que existe es el porqué del comportamiento humano, porqué se
hace algo o se deja de hacer algo. Todos somos de algún modo esclavos de nuestra
condición humana, que es irrenunciable y de la que dependemos para nuestra
conducta.
En el
proceso evolutivo de nuestra especie hubo un gran salto que determinó nuestra
supervivencia y éxito, el desarrollo del lóbulo frontal cerebral con el
que logramos superar las respuestas inmediatas para suplir nuestras necesidades
básicas como alimentación, sueño, reproducción y conservación de la vida, con
el que hemos logrado planificar más allá, percibir el paso del tiempo, predecir
resultados y ser conscientes de nuestro ser y de nuestro entorno. Además de lo
mencionado otra de las habilidades críticas es la empatía, la capacidad de
ponernos en el lugar de los demás y sentir de un modo lo que otro individuo
siente.
Aun somos
presas de nuestro instinto animal, procedente del llamado lóbulo límbico que es
el que procesa las emociones que vienen de las necesidades insatisfechas y que
es controlado por el lóbulo frontal con su proceso racional que ayuda a
resolverlas. Cuando ese aspecto inferior y animal supera de alguna manera a la razón
y perdemos el control de nuestros impulsos, podemos volvernos egoístas,
violentos y salvajes. Nos volvemos irracionales.
Los logros
de la llamada civilización dependen de la razón como: el control del
fuego, la fabricación de herramientas, vestido, construcción de viviendas,
agricultura y ganadería para alimentación. Todo esto se alcanzó con la
observación de la naturaleza, de la evaluación de los efectos de las acciones,
predicción de resultados que entre más a largo plazo, más evolucionados e
inteligentes podríamos llamarnos.
Al final,
estos logros al modificar la naturaleza, nos dieron una preponderancia jamás
vista, cambiar el ambiente de manera que no dependamos de lo
que este buenamente nos quiera dar, sino que podemos conseguir que esta nos
sirva. Aun así hemos visto que este tipo de modificaciones a la naturaleza,
está cambiando peligrosamente al planeta, como ejemplos están la medicina que ha
hecho que muchas muertes prevenibles se eviten aumentando las tasas de
natalidad y la esperanza de vida del ser humano, además la agricultura ha
provisto de seguridad alimentaria a alguna parte de la humanidad considerando que hay una marcada desigualdad que viene en aumento, generando
así una sobrepoblación, un excesivo gasto de recursos y que los desechos producidos
por la actividad humana se produzcan más rápido de lo que se pueden degradar. Probablemente
esto hará que cambiemos lo suficiente al planeta para hacerlo inhabitable en un
futuro para nuestra especie y las demás que habitan la Tierra.
Se debe pensar cómo evitar en un futuro el impacto de esas acciones
repercutirá en la supervivencia de la especie y las demás especies. Pero surge
un problema, nuestra mente ya no es capaz de pensar más allá, se ha perdido lo
que se había logrado, nos hemos vuelto superficiales y solo con visión a lo
inmediato, por lo que nuestra capacidad de evaluación de nuestra conducta se ha
perdido.
La humanidad, a través de las comodidades que ha creado, ha debilitado a la
especie, haciendo que las personas racionales sean cada vez menos, que las
personas que piensan más allá de las respuestas inmediatas sean pocas, porque
damos por sentado que nuestras necesidades básicas están resueltas, creemos que
el agua siempre saldrá del grifo, que los alimentos vienen del supermercado y
los depredadores están en los zoológicos. El consumismo nos ha vuelto menos humanos,
menos racionales y nos llevará a una segura destrucción de la humanidad.
En la
búsqueda del placer inmediato, el ser humano ya no sigue reglas, ya no considera
a los demás, ya ni siquiera se considera a sí mismo. Los logros del lóbulo
frontal están perdiendo.
Es una
visión pesimista, pero es real, lamentablemente creo que el cambio individual para
volver a usar las funciones del lóbulo frontal es inútil en escala global,
porque la corriente social del consumismo y la superficialidad no tiene forma
de cambiar a menos que nos enfrentemos a un desastre mundial como una guerra
mundial, un cambio climático, una pandemia o una hambruna que obligue a la
humanidad a un drástico giro en su conducta.
Estos días llegarán,
probablemente el ascenso al cargo con más poder en la humanidad por parte de
uno de estos superficiales que viven solo en el presente, es el aviso del
comienzo del fin.
Ojalá me
equivoque.
JUAN GONZALO GÓMEZ LOPERA
@juangonzalo01
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